Abrir una franquicia

¿Cuándo es el mejor momento para abrir una franquicia?

Son muchos los factores que influyen a la hora de abrir una franquicia, factores internos del franquiciador, el contexto del mercado en el momento, las características de la franquicia a elegir, el momento elegido para la apertura, etc. En este capítulo vamos a desgranar estos factores y analizarlos para poder guiar a los futuros franquiciados a tomar la mejor decisión conociendo todos los factores que pueden afectarle.

El primer paso a seguir antes de comprobar si estamos preparados para gestionar una franquicia es buscar qué tipo de franquicia queremos gestionar, cuál es el sector en el que queremos introducirnos y aprender todo lo que esté a nuestro alcance sobre ello. Hay que tener en cuenta los factores que pueden afectar a la gestión de una franquicia dependiendo del producto o servicio que se ofrezca. Por ejemplo, debemos analizar si es una actividad de temporada, que solo se desarrolla en un periodo concreto del año, o simplemente tiene más actividad en una estación que en otra.

O si, al contrario, es un producto o actividad que puede venderse por igual durante todo el año, sin importar la estación del año o el clima. Debemos estudiar también si habrá servicios o productos que podamos ofrecer unidos, en combinación o si unos serán dependientes de otros en cuanto a ventas. En este mismo sentido, es importante conocer la durabilidad de los productos o servicios que ofrecemos, si necesitan ser renovados a menudo o si son compras ocasionales. De la misma manera que debemos tener en cuenta si lo que ofrecemos son productos con una fecha de caducidad que habrá que descartar si no se venden para tener en cuenta las posibles pérdidas y riesgos del negocio.

A la hora de abrir una franquicia, es importante conocer y comprender el contexto del mercado en el momento. Analizar cuáles son las demandas del consumidor, qué sectores están más saturados y dónde falta oferta puede ser una información clave a la hora de decidir qué negocio abrir. Una vez decidido el sector en el que se va a adentrar, el franquiciado deberá decidir la zona geográfica en la que lo va a hacer.

Para tomar esta decisión, debe analizarse qué tipos de negocios hay en cada lugar, escoger una zona en la que no haya demasiados competidores del mismo sector o incluso ninguno, de manera que el nuevo negocio pueda dar respuesta a las necesidades del consumidor.

Escoger una zona con afluencia de gente, o con negocios que requieran nuestros servicios cerca, facilitará el acceso a clientes potenciales y hará que éstos conozcan de la existencia de nuestro negocio.

Finalmente, para conocer nuestras fortalezas y debilidades respecto a la competencia, será tremendamente útil estudiar el modelo de negocio y lo que ofrecen a los clientes las empresas más exitosas del sector al que nos vamos a dedicar.

Estudiar a los competidores directos del sector que hay en nuestra zona, nos permitirá establecer un plan de negocio que nos diferencie del resto y haga nuestro negocio más atractivo para el consumidor.

Teniendo en cuenta toda esta información, podemos analizar nuestras propias capacidades y conocimientos en relación con la actividad que vamos a realizar. El currículum y la experiencia profesional del franquiciado también es importante para poder prever cómo se desarrollará el negocio y analizar las fortalezas y debilidades propias ante el nuevo reto al que nos queremos enfrentar.

Asistir a cursos o seminarios especializados en la actividad que se va a desarrollar, así como leer artículos y libros que den información al respecto puede suponer una buena preparación para el franquiciado antes de abrir una franquicia o incluso antes de decidir en qué tipo de franquicia se quiere invertir.

Para prepararse para abrir una franquicia, una buena idea es informarse a través de experiencias de otras personas. Es recomendable que el futuro franquiciado hable con personas que ya están dirigiendo una franquicia de la marca, para nutrirse de su experiencia, conocer las fortalezas y debilidades del negocio en la práctica y tener en cuenta a qué dificultades se va a tener que enfrentar para sacar adelante la franquicia.

Otros franquiciados junto con el propio franquiciador, son quienes podrán aconsejar de la forma más realista posible al futuro franquiciado para hacer las cosas de la manera más efectiva y con mejores resultados.

En un terreno más práctico, debemos pensar cuánto dinero estamos dispuestos a invertir en nuestro negocio. Tener en cuenta de cuánto dinero disponemos y cuánto podríamos conseguir mediante préstamos o financiaciones es el primer paso para llevar a cabo un análisis financiero de nuestra situación. Por otro lado, el franquiciado debe estudiar las necesidades económicas del negocio, ver cuánto cuesta ponerlo en marcha y mantenerlo durante, al menos, el primero o los dos primeros años de actividad.

Para esto deberá tener en cuenta si necesita un local, o si ya dispone de uno, si hay que adaptarlo al diseño de la marca y qué coste tendrá esa adaptación, cuánto personal va a necesitar, el coste del canon de entrada, etc. Cuando el franquiciado compare sus posibilidades con las necesidades del negocio podrá decidir si tiene capacidad para adquirir una franquicia o qué tipo de franquicia puede sustentar económicamente.

Es imprescindible, como en cualquier otro negocio, que el franquiciado conozca los derechos y obligaciones que tendrá para con la franquicia, así como los requisitos legales que debe cumplir y los trámites a realizar para poder iniciar la actividad.

El futuro franquiciado debe apoyarse en un abogado o una consultoría especializada que le de soporte en las cuestiones legales y se encargue de revisar los contratos de la franquicia e informarle de todas las cuestiones contractuales a tener en cuenta. Este abogado o asesoría puede también ayudar al franquiciado en la redacción de contratos tipo para los empleados, así como en la gestión de los trámites necesarios para abrir el negocio.

Una vez realizados todos estos trámites, analizadas todas las circunstancias que pueden afectar al negocio ya su desarrollo, es momento de decidir cuándo empezar. Parece obvio, pero no debería abrirse el negocio hasta que todos los pasos a seguir estén claros, los proveedores escogidos, el personal contratado y con la formación necesaria, el local reformado y adaptado al negocio y la financiación obtenida. Por supuesto, parte importante, o prácticamente imprescindible, para abrir la franquicia será tener todas las licencias necesarias.

En ocasiones es posible abrir un negocio sin tener todas las licencias, se puede empezar con la actividad parcialmente hasta obtener los permisos faltantes, esto no siempre es una buena idea. En según qué situaciones vale la pena esperar a obtener todas las licencias antes de abrir a medias y dejar clientes insatisfechos nada más empezar.

Hablando en términos más generales, el mes o la época del año en que se inicia un negocio también tiene incidencia en su posible éxito o fracaso. Es importante hacer un análisis de las condiciones que pueden favorecer y perjudicar nuestra franquicia según la época en que la abramos. Septiembre es un mes muy beneficioso para abrir un negocio, la vuelta a la rutina tras las vacaciones y la cercanía de la Navidad hacen que el consumo, en general, aumente intensamente.

En esta época el consumidor sigue descansado tras el verano y sigue teniendo ganas de salir y hacer planes y la energía necesaria para tomar decisiones, iniciar nuevos caminos y cambiar el rumbo de su negocio. Además, en este momento, los emprendedores han tenido tiempo de planificar su negocio y reflexionar sobre ello en las vacaciones.

Estas circunstancias podrían extenderse al mes de octubre y, dada la cercanía de Navidad, toda la época otoñal suele favorecerse a nivel empresarial de un repunte de actividad y consumo. Por otra parte, septiembre es el mes en el que inicia el curso escolar y lectivo así que, si tu franquicia da servicios relacionados con este aspecto, podría ser una muy buena opción.

El mes de los inicios por antonomasia es enero, empieza el año, mucha gente se propone cambios, el consumo se incentiva por la época de rebajas y es el momento elegido por muchas personas y empresas para buscar nuevos servicios o productos que puedan ayudarles. En el lado opuesto, diciembre por lo general no es un buen mes para emprender. Es el final de año, la navidad está demasiado cerca y el mercado está saturado de oferta, los consumidores están cansados por la lejanía de las vacaciones de verano y necesitan desconectar. 

Hay otras épocas que pueden ser idóneas para abrir una franquicia únicamente dependiendo del sector al que se dedique. Marzo o abril son buenas opciones para productos y servicios destinados a ser usados en verano.

De la misma manera, si se trata de actividades que no están destinadas específicamente a trabajar los meses de verano, esta época es la más complicada para iniciar un negocio. Agosto, por lo general, no es un buen mes para iniciar ningún negocio, si es una actividad veraniega, ya es tarde y si no lo es, la mayoría de los potenciales clientes estarán de vacaciones.

Se debe tener en cuenta que el local no debe abrir justo cuando espera su máxima afluencia, lo recomendable es hacerlo dos o tres meses antes, para que el público conozca el lugar antes del periodo de mayor actividad.

Esto también ayudará a que la maquinaria humana del negocio esté bien engrasada antes de tener los máximos picos de trabajo. El personal necesita un rodaje para optimizar su energía y los procesos y poder llevar a cabo el trabajo de la manera más rápida y correcta posible.

Por último, es importante tener en cuenta que desde que se firma el contrato de franquicia hasta que la franquicia se pone en marcha pueden pasar unos meses, habitualmente son alrededor de 6 meses, pero puede variar dependiendo de la actividad y las circunstancias. Por lo tanto, la planificación, de nuevo, vuelve a ser clave en este negocio.